lunes, 17 de agosto de 2015

Las cabinas ya no son para el verano

Mi columna en DEIA, Las cabinas ya no son para el verano

Las cabinas ya no son para el veranoPOCO a poco y de forma silenciosa desaparece un invento que no tiene ni un siglo de existencia. La telefonía móvil se come a las cabinas de teléfono. No estamos hablando de la cosechadora que destierra la mano de obra o de robots que sustituyen a miles de empleados. Se trata de como una tecnología moderna, se come a otra tecnología.
En la actualidad la única razón que hace que podamos encontrar un teléfono público en alguna plaza es un Real Decreto que dice: “Debe existir un teléfono público de pago por cada 1.500 habitantes, en municipios de 500 o más residentes. Debe estar disponible las 24 horas del día y los 365 días del año”.
Hoy, de vacaciones, he pasado junto a una de esas cabinas que solo recuerdo haber usado en verano. Había que esperar hasta las 10.00 de la noche, porque a partir de ese momento las conferencias eran más baratas y podías estar más tiempo. Veías largas colas en los sitios de veraneo a partir de esa hora.

DESCONOZCO QUE DESCONOZCO
Las cabinas ya no son para el verano
POR JUAN DE LA HERRÁN - Lunes, 17 de Agosto de 2015 - Actualizado a las 06:04h     
POCO a poco y de forma silenciosa desaparece un invento que no tiene ni un siglo de existencia. La telefonía móvil se come a las cabinas de teléfono. No estamos hablando de la cosechadora que destierra la mano de obra o de robots que sustituyen a miles de empleados. Se trata de como una tecnología moderna, se come a otra tecnología.
En la actualidad la única razón que hace que podamos encontrar un teléfono público en alguna plaza es un Real Decreto que dice: “Debe existir un teléfono público de pago por cada 1.500 habitantes, en municipios de 500 o más residentes. Debe estar disponible las 24 horas del día y los 365 días del año”.
Hoy, de vacaciones, he pasado junto a una de esas cabinas que solo recuerdo haber usado en verano. Había que esperar hasta las 10.00 de la noche, porque a partir de ese momento las conferencias eran más baratas y podías estar más tiempo. Veías largas colas en los sitios de veraneo a partir de esa hora.
Yo conocía algunas cabinas que se usaban con fichas que tenías que comprar, luego las de tres pesetas que entraban en una rendija protegida por un cristal y las de un duro, cinco pesetas, que se quedaban en una rampa y caían al ritmo del contador de pasos. La última vez que usé una cabina fue en Madrid, hace años, con una tarjeta que me costó comprar, porque solo las vendían en los estancos.
Me quedé sin batería y menos mal que todavía recordaba los números de teléfono. Con las agendas y contactos de nuestros smartphones ya nadie memoriza un número de teléfono.
¿Cuando es la última vez que utilizaste una cabina de teléfono? Hace tiempo leí que en Bélgica ya las habían quitado de las calles. Además de guardar unas cuantas en los museos de tecnología, quizás se les pueda dar otro uso.
Los últimos modelos de cabina ya no servían ni para que Superman se pudiera cambiar de ropa. Pero a todas ellas les llega un cable con electricidad y otro con datos. Reconvertirlas en puntos wifi, o enchufes donde poder recargar nuestros teléfonos móviles, estaciones de carga de coches eléctricos,...
En algunos países como Estonia, han puesto cabinas para conectarte mediante Skype, pero salvo en algún hotel no he visto que esto haya tenido éxito. Si ves una cabina de teléfonos, hazte una foto con ella, puede que luego ya sea demasiado tarde.

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