Mi columna, La brecha digital
LOS que tenemos facilidad para utilizar las nuevas tecnologías no somos capaces de imaginar que puede llegar un día en el que no podamos utilizar determinado dispositivo o acceder a una aplicación que nos permita resolver uno de los muchos problemas de la vida diaria. Y hoy en día hay muchos millones de personas que no son capaces de utilizar un ordenador personal, una tableta o entender lo que supone Internet. El analfabetismo digital, la escasa habilidad o competencia de muchos ciudadanos para manejar cualquier tipo de herramienta tecnológica, impide a un gran sector de la población acceso a determinados servicios. Estos les pueden facilitar su día a día o ahorrar miles de horas de trabajo, lo que les impide disfrutar en muchas ocasiones de una buena calidad de vida.
DESCONOZCO QUE DESCONOZCOLa brecha digitalPOR JUAN DE LA HERRÁN - Lunes, 7 de Septiembre de 2015 - Actualizado a las 06:05hLOS que tenemos facilidad para utilizar las nuevas tecnologías no somos capaces de imaginar que puede llegar un día en el que no podamos utilizar determinado dispositivo o acceder a una aplicación que nos permita resolver uno de los muchos problemas de la vida diaria. Y hoy en día hay muchos millones de personas que no son capaces de utilizar un ordenador personal, una tableta o entender lo que supone Internet.
El analfabetismo digital, la escasa habilidad o competencia de muchos ciudadanos para manejar cualquier tipo de herramienta tecnológica, impide a un gran sector de la población acceso a determinados servicios. Estos les pueden facilitar su día a día o ahorrar miles de horas de trabajo, lo que les impide disfrutar en muchas ocasiones de una buena calidad de vida. Cuando hablamos de brecha o analfabetismo digital, quizás estés pensando que este fenómeno se discrimina por el ámbito geográfico (entorno urbano y rural), genero, nivel de ingresos o estudios de la población. Y no es así. Ingenieros, periodistas, médicos o catedráticos, engrosan la lista de personas que no son capaces de aprovechar los recursos que la tecnología pone en sus manos.
La falta de tiempo, el creer que se puede estar sin usar la tecnología o el vivir feliz en la ignorancia, hace que se vaya viendo cada vez más lejana la posibilidad de integrarse en la denominada Sociedad de la Información. Quizás el mayor error a la hora de solucionar este problema ha sido no diferenciar el concepto de adaptación y el de adopción. Hemos pedido a la sociedad que se adapte. Les hemos asustado diciendo que son una especie en extinción si no integran las tecnologías en su vida. O sacas el billete en la máquina o no viajas en metro.
Aquello que adoptamos es siempre por decisión nuestra y lo integramos en nuestro quehacer diario porque nos gusta o nos ayuda a vivir mejor. Para aprender a utilizar una tableta o un smartphone hay que explicar en qué rutinas o acciones nos va a ayudar. No podemos crear falsas necesidades; nos tiene que servir para algo útil de verdad. Un ejemplo es el de la música. Ayuda a tu familia a volver a escuchar música. Si sabían escuchar un disco de vinilo y disfrutaban esos momentos, ¿por qué el MP3 es ahora un abismo infranqueable?
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